En otras partes del mundo, la investigación centrada en las mantarrayas gira en torno a la recogida de fotos de identificación, imágenes que captan los patrones y marcas únicos que se encuentran en la superficie ventral de cada animal. Cada foto se registra por fecha y lugar, lo que permite a los investigadores hacer un seguimiento de los individuos a lo largo del tiempo.
Estas bases de datos pueden revelar información sobre la composición de las poblaciones, las pautas de migración y los movimientos, al tiempo que descubren la posible conectividad entre regiones y ofrecen pistas sobre su importancia para las distintas especies. Esta información es crucial para gestionar y conservar eficazmente estas rayas.
Ahora sabemos que las rayas diablo se encuentran entre los buceadores más profundos del océano, pero por lo demás siguen siendo un misterio para nosotros. La presencia de agregaciones predecibles en determinados montes submarinos de las Azores es, por tanto, muy significativa, ya que ofrece una oportunidad única para estudiar estos animales.